e diel, 17 qershor 2007

Primera

Comienzo...
Aquí va un mail que recibí hoy:

----- Original Message -----
From: Juan Antonio Vidal Saraví
To: suactores@gruposyah oo.com.ar
Sent: Thursday, June 14, 2007 2:53 PM
Subject: [foro de SUA] Eduardo Schinca/EMAD

Compañeros:

Espero estar enviando este mensaje a la dirección correcta. Por favor avísenme o reenvíenlo si no fuera así.

La EMAD no tiene registro de los exámenes de Arte Escénico que se han rendido a lo largo de su historia.
Para la Exposición en homenaje a Eduardo Schinca (Octubre 2007, Teatro Solís), estoy juntando toda la información posible. Sería MUY interesante poder reconstruir la historia de Schinca como docente de la EMAD.
Solicito a todos los que hayan sido sus alumnos, tanto en 2° como en 3er año (o 1°, si fuera el caso) envíen a este foro o a mi dirección (avidal@fbraille. com.uy) año y obra/autor de los exámenes de Arte Escénico dirigidos por él.

Ejemplo: 1985 - Numancia (Miguel de Cervantes)
- Edipo en Colono (Sófocles)
- Las troyanas (Eurípides)

Gracias!!

Juan Antonio Saraví



Ahora yo agrego otra dirección: vallsmarcos@gmail.com donde pueden enviar material y lo publicamos o directamente escriban sus comentarios o firmen aquí en el blog

Segunda

Oh!, me dije, voy a hacer una lista de las obras en las que trabajé junto a Eduardo así se lo mando a Juancho... y porque no levanto un blog y todos compartimos todo?
Empiezo, mi lista es ésta:

1989:
-"El muñuelo" de Ramón de la Cruz.
Rol: Alguacil.
EMAD
-"El Conde Lucanor" de P. Calderón de la Barca.
Rol: Soldado.
EMAD

1991:
-" La Dama Boba" de Lope de Vega.
Rol: Liseo.
EMAD
-"La venganza de Tamar" de Tirso de Molina.
Rol: Amón (v.1) y Salomón (v.2)
EMAD
(de izq a der: Verónica Ber, Marcos Valls, Andrés Waksman,
Alejandro Busch, Leonardo Lorenzo y Daryí Cor)


-"Orestes" de Eurípides.
Rol: Orestes.
EMAD
-"Electra" de Sófocles.
Rol: Pílades.
EMAD
-"Fedra" de Racine.
Rol: Hipólito.
EMAD


1992:
-Por obligaciones con la EMAD debo renunciar a
"El embrujado" de Ramón del Valle Inclán
Rol: El Embrujado
Teatro La Gaviota.


1993:
-"El mentiroso" de C. Goldoni.
Rol: Lelio, el mentiroso.
Casa de Comedias.
(Marcos Valls y Marina Barrandeguy)

(Roberto Fontana y Marcos Valls)

1994:
-Contrato previo me impide participar en
"Don Gil de las Calzas Verdes" de Tirso de Molina
Rol: Don Martín/Don Gil.
Casa de Comedias.


1996:
-"El acero de Madrid" de Lope de Vega.
Rol: Salucio.
Comedia Nacional


1998:
-"Así que pasen cinco años" de F. García Lorca.
Roles: Amigo y Parca.
Comedia Nacional

(de izq a der: Luis Martinez,Fabricio Galbiati, Oscar Serra y Marcos Valls)

1999:
-"El tiempo y la habitación" de B. Strauss.
Rol: El Hombre sin reloj.
Comedia Nacional
(Marcos Valls y Catherina Pascale)

(Claudia Rossi y Marcos Valls)


Y llegado este punto... saco cálculos... y resulta que en 10 años actué en 11 piezas y me perdí 2.
11 + 2 = 13 = Trece! Qué te parece! Mi número de la suerte!
En cuántas habrá actuado Estela Medina??? Jajajajajajajajajajajajajaja!
Ya lo veremos!



e premte, 15 qershor 2007

Tercera

Hace unos años escribí esto, cuando el MEC a instancias de Elena Zuasti, iba a hacer un acto en honor a Eduardo, el acto nunca se hizo... pero yo escribí :


Cuando Eduardo Schinca se alejó de este mundo material me invitaron a escribir algunas palabras para cierta revista de una Sociedad de Profesionales "No Actores" del Uruguay y no lo hice.

Hurgando en mi alma su recuerdo sólo acudían (y acuden, por cierto) momentos felices y anécdotas divertidas, hechos que poco tenían que ver con la cruel realidad que nos golpeó.

En ese instante de recién estrenada renguera espiritual y artística lo que pensé redactar me pareció vacuo y la congoja por la pérdida me apartó de vanos y rudimentarios garabatos para una publicación ajena a mi medio natural, el teatro.

Soy actor no escritor, me manifiesto actuando, no necesariamente escribiendo, actuar es mi misión.

Hoy, sintiéndome entre pares, deseo expresarme y aportar mi grano de arena como parte del homenaje al que no sólo fue mi maestro, sino también de varios de mis maestros.

Formar parte del último grupo de alumnos que él ilustró en la Escuela de Arte Dramático, haber representado bajo su dirección los más variados estilos y autores teatrales haciendo de figurante hasta protagonista, trabajar con él en sus postreras tres direcciones en la Comedia Nacional, el Amor y la mutua afición y fanatismo que compartíamos me sirven de pretexto y gracia ética para interrumpirlos con ésta mi performance,

Soy feliz y todos debemos sentirnos así.

Felices por haber conocido a Eduardo Schinca, no sólo como ser humano común, intelectual o tal vez correligionario, sino como insaciable creador y referente cultural.

Felices por haber recibido su legado de amor al teatro, del que nos dijo que, cual Vestales, debemos mantener encendida la flama.

Llama en la que, también gracias a él, aprendimos a arder.

Él nos mostró el rigor incesante con el que debemos trabajar para poder subir a un escenario, satisfacernos y divertirnos hasta morir haciendo llorar o reír; no de forma estereotipada, con grandes alardes, excesos grandilocuentes o pronunciaciones afectadas sino con la verdad, emoción, coraje y sentimientos que devoran plateas y corazones.

Los que tuvimos el honor de compartir la dura tarea a la que se abocó durante su fecunda vida, y sus enseñanzas, tenemos la obligación de rendirle homenaje cultivando el mismo compromiso absoluto, serio e inflexible que él tuvo hacia el arte y la cultura, como nos enseñó y dio vivo ejemplo.

Nuestros son el derecho y el deber de mantener ese fuego que nos hizo abrazar, y recordarlo hoy, es parte de esa hercúlea tarea.

Tal vez él no estuviera muy de acuerdo con la forma en que decidí evocarlo; habiéndolo conocido, sé que hubiera tenido la disciplina ética y estética de soportarme (por algo lo llamamos maestro) y después, café mediante, casi siempre con cortesía y afecto expondría sus pareceres; pero estoy seguro que en donde esté, estará revolcándose de risa con mi atrevimiento y a sottovocce, apretando la pipa entre los dientes, en alguna mesa de boliche lo comentará con amigos en medio de carcajadas sentidas y ojos incrédulos.

Es parte de lo que también nos exigió: temeridad, resolución, determinación, osadía, audacia, despreocupación, valentía, denuedo, vigor, energía, arrojo, espíritu, guapeza, jugarnos "al mango", acertar... o equivocarnos y jugar de nuevo, una y otra vez, ese sabio poseedor de paciencia infinita.

Sentir en lo profundo del corazón y de mi arte, su falta, me incita a recordarlo junto a Uds., sin pompas ni protocolos, con alegría profunda y agradecimiento, agradecimiento que estoy seguro sentimos todos hacia nuestro querido, y sólo físicamente desaparecido, Maestro Eduardo Schinca.

Gracias por al MEC por recordar.

Gracias Eduardo.

Gracias a Uds.

e mërkurë, 13 qershor 2007

Director Teatral (54 puestas en escena)

1959 - Cásina o El casamiento por sorteo, de Plauto (Teatro Libre)

- Los amantes pueriles, de Crommelynck (Teatro del Pueblo, Teatro Victoria)

1961 - El encargado, de Harold Pinter (Nuevo Circular)

1962 - Yenusía, de Renè de Obaldía (Teatro Circular)

- El Cardenal de España, de Henri de Montherlant (CN, Teatro Solís)

Premios Casa del Teatro y Florencio de la crítica: Mejor Director.

1963 - ¡Oh, los días felices!, de Samuel Beckett (TCM, Teatro Odeón)

- Las sabihondas, de Molière (CN, Sala Verdi)

Premio Casa del Teatro: Mejor Director; Florencio de la crítica: Mejor Espectáculo

- Hécuba, de Jean Martinon (SODRE) (Régie)

1964 - Noche de reyes, de William Shakespeare (CN, Teatro Solís)

Premios Casa del Teatro: Mejor Director; Florencios de la crítica: Mejor Espectáculo y Director

1966 - La Escuela del escándalo, de Sheridan (CN, Teatro Solís)

- Una cadena de papel violeta, de Washington Barale (CN, Sala Verdi)

Varios premios

1967 - La Srta. Jaïr, de Michel de Ghelderode (CN, Sala Verdi)

1968 - La escuela de los maridos, de Molière (Teatro del Puente, Buenos Aires)

- María Estuardo, de Schiller (CN, Teatro Solís)

1969 - Los demonios, de John Whiting (CN, Teatro Solís)

1971 - La promesa, de Arbuzov (TCM)

1972 - Numancia, de Miguel de Cervantes Saavedra/Rafael Alberti (SUA, Teatro Odeón)

- Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín , de F. García Lorca (CN, Sala Verdi)

-La zapatera prodigiosa, de F. García Lorca (CN, Sala Verdi)

1973 - Fedra, de Racine (CN, Teatro Solís)

1974 - La casa Rosmer, de Henrik Ibsen (Teatro de la Ciudadela)

- Los Blanes, de Milton Schinca (Cia. Medina-Galbiati-Lerena, Sala Verdi)

1975 - El más feliz de los tres, de Labiche (Teatro de la Ciudadela)

- La alondra, de Jean Anouilh (CN, Teatro Solís)

1976 - El pato salvaje, de Henrik Ibsen (CN, Teatro Solís)

1977 - La mujer silenciosa, de Ben Jonson (CN, Sala Verdi)

Premio Florencio de la crítica: Mejor espectáculo del año.

- La parisienne, de Henri Becque (Cia. Ávila-Martínez -Mieres, Teatro del Centro)

1978 - El mercader de Venecia, de William Shakespeare (CN, Teatro Solís)

1980 - El burlador de Sevilla y convidado de piedra, de Tirso de Molina (CN, Sala Verdi)

Premio Florencio de la crítica: Mejor espectáculo del año.

1981 - El hombre elefante, de Bernard Pommerence (Teatro del Notariado)

- El burgués gentilhombre, de Molière (CN, Teatro Solís)

1982 - Oscar, de M. Mazunder (Roberto Jones, Teatro Circular)

1983 - Tres hermanas, de Anton Chéjov (CN, Teatro Solís)

1984 - Electra, de Sófocles (CN, Teatro Solís)

1985 - El balcón, de Jean Genet (CN, Teatro Solís)

1986 - La vida es sueño, de Pedro Calderón de la Barca (CN, Teatro Solís)

1987 - Doña Rosita la soltera, de Federico García Lorca (CN, Teatro Solís, Teatro San Martín de Buenos Aires y Brasilia)

1988 - El álbum familiar, de José Luis Alonso de Santos (CN, Sala Verdi)

1989 - La Marquesa de Sade, de Yukio Mishima (Alianza Francesa)

1990 - Todo terminó, de Edward Albee (CN, Teatro del Notariado)

- Las troyanas, de Eurípides (CN, Sala Zavala Muniz, Teatro Romano de Mérida, Sevilla)

Premios Florencio de la crítica: Mejor espectáculo y Mejor dirección.

1992 - El embrujado, de Ramón del Valle Inclán (Teatro de la Gaviota)

1993 - El mentiroso, de Carlo Goldoni (Casa de Comedias, Teatro Carlos Brussa)

1994 - A pico seco, de Georges Feydeau (CN, Teatro Solís)

- Don Gil de las calzas verdes, de Tirso de Molina (Casa de Comedias, Teatro Carlos Brussa)

1996 - El acero de Madrid, de Lope de Vega (CN, Teatro Solís)

- El Rey Lear, de William Shakespeare (Teatro del Anglo, Teatro de la Alianza, Asunción)

1997 - Cuarteto, de Heiner Müller, (Teatro Circular, luego CN)

Premio Florencio de la crítica: Mejor espectáculo y Mejor dirección.

- Las alamedas de Maturana, de Milton Schinca (Teatro El Tinglado)

1998 - Así que pasen cinco años, de Federico García Lorca (CN-El Galpón, Teatro El Galpón)

- Gianni Schicchi, de Giacomo Puccini (SODRE) (Régie)

1999 - El tiempo y la habitación, de Botho Strauss (CN, Sala Verdi)

- El camino a La Meca, de Athol Fugard (Teatro El Galpón)

2000 - Las reinas, de Normand Chaurette (Teatro El Sótano del Carrasco Lawn Tennis)

e martë, 12 qershor 2007

carta de 1972

De: "Juan Antonio Vidal Saraví"
A: "marcos valls"
Asunto: una joyita...
Fecha: Wed, 27 Jun 2007 23:31:41 -0300

pa'l bló

Me la pasaron las hermanas de Schinca en fotocopia
un abrazo
juancho


20 de abril 72.

Queridos Raquel y Toto: Hablé hoy con
Ofelia, y ya sé que pudo contarles los
últimos acontecimientos de manera objetiva
y sintética. Eso me alivia bastante, pues
me resultaba tan difícil intentarlo yo,
que siempre me daba dilatorias para
escribirles. Supongo que las noticias
que les llegan a Uds. deben ser incluso
más completas que las que tenemos noso-
tros, pues estamos reducidos a los co-
municados oficiales del Ministerio de
Interior, que no siempre son muy
desarrollados, y a veces no creíbles.
Pero a pesar de los 4 ajusticiados, de
los 7 compañeros del P.C. muertos, de
que Partelli rezó en la Casa del Partido y
en el entierro de los otros 4; a pesar de
los atentados a casas de dirigentes del
F.A., etc. etc, nosotros seguimos una
vida más o menos normal. Yo ensayo
todos los días un programa
Lorca: “Amor de Don Perlimplín con
Belisa en su jardín”, y “La
zapatera prodigiosa”. Me lo adjudi-
caron de golpe, y así lo tuve que empe-
zar a ensayar: sin preparación
anterior, sin un estudio a fondo.
Pero como creo que todos en estos
momentos hacemos las cosas sin
mayor ilusión, como además ne-
cesito el cachet de esas direcciones
allí estoy al firme, mientras por otro
lado pienso qué poco sentido tiene
ocuparme de trajes, decorados,
tonos de voz e inflexiones, qué poco
sentido tiene la poesía y el “alma”
humana que describe Lorca en sus
obras, fuente de todo este desastre
que nos rodea. Y por otro lado,
-contradicción esperanzada- ¿no
servirán ese Perlimplín, esa zapatera
casada con un viejo, esa
Belisa vendida a Perlimplín a po-
ner un poco de luz? No servirá
para que alguien vibre y piense
que siempre hay algo rescatable
en el hombre, y que éste siempre
quiere salvarse, salvar lo mejor de sí mismo?
También vamos al cine, a pesar de
todo. Ha habido una ola de estrenos
importantes: “Sacco y Vanzetti”,
que parece hecha hoy aquí; desgarra-
dora en su frialdad documental.
“Tristana” de Buñuel, que no siem-
pre es claro, pero sí subyugante en
su morbosidad y en su crítica.
“El pasado me condena” con Jane
Fonda, donde ganó el Oscar.
Sin embargo, uno no sabe qué
es lo mejor. Uds. Allá no saben si
volver o permanecer. Yo recibí de
la Universiddad del Salvador (Centro
América) una carta en la que me
piden sugiera nombres de profesores
de Arte Escénico, Impostación y
Expresión Corporal que puedan
ir a trabajar a la Escuela Dramática
que se va a crear. El sueldo
está entre los 600 y 800 dólares, y pagan
transporte, exceso de equipaje, seguro de
salud, etc. Con el agregado de que una
flia tipo, extranjera, gasta 300 dólares.
A pesar de que los datos recabados sobre Salvador
son lamentables,(pobreza excesiva junto a riqueza
desmesurada, incultura, etc. etc.), yo me
sentía tentado de decir que sí. Pero
estalló la revolución como consecuencia
de un fraude en las elecciones,
ganadas por el candidato del P.D.C.,
y avasallado por un militar que dejaba
a su sucesor.(Les estoy hablando de allá no de acá).
Es decir que debo optar por esto que
tenemos aquí, y los terremotos, volcanes,
guerrilla (?) y dólares.
Parece que todos tendremos
que resolvernos por algo.
Me dijo Ofelia que esperan Uds.opiniones
de quienes vemos estas cosas
de cerca. Es realmente difícil.
Yo creo que estando ya afuera,
y teniendo las ventajas que
da el permanecer hasta la finalización
del contrato, sería inútil volverse.
Porque si bien es un desperdicio
estar allá haciendo un trabajo que
no es el más importante que Toto
puede hacer, por lo menos tiene la
compensación material. Pues aquí
de pronto está en la misma situa-
ción, y sin esa compensación.
Justamente, cuando a mí me
propusieron la “Zapatera”, contrapro-
puse “las 3 hermanas”, pues con el
elenco que tenía, consideraba un
despilfarro utilizar a actores como
Guarnero o Maruja Santullo, hacien-
do de Vecina Roja en vez de un papel
en una obra de Chejov. Pero ese es
el común denominador de este país:
Tener a la gente y no aprovecharla.
Claro que si uno hace lo que desea
hacer y no tiene una compensación
por su trabajo y su talento, tampoco
resulta muy agradable. Y allí se
plantea el dilema vocación-dinero.
Quizá el más difícil de resolver.
Pero creo que hay un tiempo para
la vocación, y otro para el dinero.
Y yo, por lo menos, me siento ya
en el tiempo del dinero. Creo haber
cumplido bastante con la vocación.
¿Será auténtico, o me moriré de
aburrimiento si llego a ganar
dinero a costa de mi vocación?
Antes de Semana Santa pasé 4
días solo en Pta Ballena. Una belleza.
Caminaba de 8 a 10 kms.por día
(hasta tío Tom ida y vuelta por la playa)
Gracias por haberme prestado la casa.
En síntesis: a pesar de todas las cosas
dramáticas que ocurren estamos
bien, siguen los cursos, los ensa-
yos, vamos al cine, etc. etc. Si
no están enfermos, si no están
demasiado aburridos, si no están de-
primidos ni angustiados, no lo duden
ni un minuto. Quédense.
Aunque tengamos muchas ganas de
verlos.
Abrazos
Ed

e shtunë, 7 tetor 2006

otro aporte

De:"Juan Antonio Vidal Saraví"
A:"marcos valls"
Asunto:otro aporte
Fecha: Mon, 2 Jul 2007 18:03:51 -0300
Hola, Marcos!
Te mando otra cosita para el blog. Es un texto que me pidió Yáñez que escribiera para una revista de la EMAD, que nunca llegó a salir.
Abrazos
Juancho



"Sólo sé que no sé nada" Sócrates

En el Homenaje que la EMAD le tributó junto a Tito Barbón, poco antes de su muerte, el propio Schinca confesó que después de tantos años de docencia, había llegado a la conclusión de que le resultaba imposible impartir consejos a los estudiantes de teatro. Que la propia experiencia orientaría el accionar de cada uno en la profesión, de acuerdo con sus propios criterio y formación.

¿Cómo calibrar entonces su valor como eslabón en esta cadena nuestra de eternos aprendizajes, si él mismo evitó dejar sentencias grandilocuentes, o máximas absolutas que nos lo pintaran de cuerpo entero?

Podría recordar su humor, su don de gentes... pero ¿hasta qué punto sería válido para una generación que no lo vio actuar, y que tal vez sólo llegó a apenas vislumbrar su trabajo a través de sus últimas puestas?

Una relación de sus creaciones, actuando y dirigiendo, podrá ser impresionante, pero no pasará de una fría lista de nombres de personajes y textos, que sólo conseguirá ocultar como una fachada el mundo fascinante en el que nos sumergió a todos: alumnos, espectadores, compañeros de trabajo.

En realidad me dan ganas de contar que, al terminar sudoroso mi primer estreno siendo ya su alumno, ante mi advertencia de "Ni me toque, Schinca, estoy empapado", me contestó: "¡Ese es sudor santo!" y me abrazó.

Quiero recordar la vez que me pidió disculpas (!) por marcarme un matiz, entre patas, ya en funciones de Rey Lear; o verlo correr furioso a pegar cuatro gritos exigiendo silencio en la Escuela, para después preguntar risueño: "¿Estuve malo?". Necesito volver a escuchar el retintín de su "¿Qué te pasa, lolo?" (o sería Lolo??), aplicado a quién sabe cuántas situaciones.

Pero todo esto no llegaría más allá del simple anecdotario. Me parece más importante buscar lo que de él quedará en nosotros. Me resulta fundamental rescatar su legado de profundidad en el oficio, la seriedad del trabajo en el hilarante absurdo de todos los días, la vocación de trasmitir lo medular de la experiencia propia y heredada. No sé si todo se reduce a decir bien el verso del Siglo de Oro, o a entender las relaciones de fuerza y espacio entre protagonista y Coro de la tragedia griega.

Necesitaría poder transmitir el valor de su avidez por la nueva dramaturgia, la vigencia de su paciente vocación docente, el amor de su interés por el desarrollo de sus alumnos, la inteligencia de sus comentarios llenos de ironía, la sinceridad de su devoción por el Teatro.

El nuestro es un arte de imitación, y hasta los menos convencionales y más vanguardistas parten de un punto anterior. Y absolutamente vacuo e improvisado será aquél que no conozca y reconozca los caminos previamente recorridos (esto sí suena a espantosa máxima teórica).

La Xirgu suena artificial y fuera de moda desde los discos de pasta que la sobreviven, pero de ella seguramente Schinca heredó la necesidad casi visceral de conocer lo más nuevo, a la vez que el rigor en la formación y el trabajo. Ella fue revolucionaria cuando, entre otras cosas, eliminó al apuntador en escena; Schinca no tuvo oportunidad de grandes revoluciones en ese sentido, pero la esencia de calidad y profesión dignificada, con un claro componente de conciencia de nuestra función social, es algo que espero viva y crezca en nosotros, sus alumnos. No sólo para aplicarla en la lucha diaria de nuestro oficio, sino para ser capaces de trasmitirla y perpetuar la especie. No podemos nada más que extrañarlo: tenemos ahora el deber de tomar la posta.

Aunque a la larga concluyamos que la única certeza es la de no saber nada...

Juan Antonio Saraví

Escrito para una revista de la EMAD que nunca salió.



e premte, 6 tetor 2006

De Milton Schinca

A pesar de nuestro parentesco tan cercano –nuestros padres eran hermanos- y de la cercanía vocacional que nos unió –los dos estuvimos vinculados al teatro, aunque con acentuaciones diferentes- no mantuvimos nunca una relación tan estrecha como yo hubiera querido. De niños, porque vivíamos en dos barrios alejados y no nos era fácil trasladarnos por nosotros mismos de uno a otro; de mayores, porque los dos llevamos una vida recargada de tareas y obligaciones. Por eso no fue nada común que nos encontráramos para intercambiar ideas y experiencias, como hubiera sido normal entre dos amigos que se querían y se respetaban como nosotros. Lo lamentaré siempre. La única vez que intervine directamente en su vida, fue cuando Eduardo llegó a la adolescencia y tuvo que elegir su camino profesional. Recuerdo que pidió para hablar conmigo y me planteó angustiado su dilema. Como era común en las familias de clase media de entonces, sus padres aspiraban a que siguiera una carrera liberal y habían elegido para él la de… Ciencias Económicas. Pero Eduardo ya había empezado a sentir el llamado del teatro, por el que había experimentado desde temprano una inclinación muy definida. Recuerdo que me preguntó, atormentado, qué debía hacer. Yo no dudé un segundo: “Seguí tu vocación, pase lo que pase”. (Algún tiempo antes yo había hecho lo mismo entre mi presunta carreta de abogacía y mi vocación de escritor…) Sé que me agradeció desde lo más hondo mi indicación, que venía a corroborar sus propios deseos. Nunca supe si en su familia se conoció alguna vez mi ínfimo papel en esta determinación de Eduardo, que –bien lo sabía yo- ya estaba tomada de antemano. Pero hasta el día de hoy me gusta imaginar que en alguna medida influí para que Eduardo siguiera ese camino de arte y docencia desde el que tanto aporte valioso nos legó con su talento y dedicación de todos los momentos.
Milton Schinca

e hënë, 6 qershor 2005

De Levón

Ya sabemos que no se puede resumir una existencia en el teatro con adjetivos, o títulos. Eduardo Schinca fue el profesor, el director, el maestro y también el amigo que con particular celo seguía nuestra trayectoria. Su sola presencia nos determinaba. Son aletazos de la memoria en los cuales recuerdo que en nuestra época de estudiantes sus clases eran el acontecimiento más esperado de la semana. Sus análisis no eran la reiteración mecánica de citas o datos sino que los trasmutaba en puro desafío para despertar en nosotros la sed por el conocimiento. Su pasión por la inteligencia, si es que se puede filtrar la pasión de la inteligencia, no siempre iba acompañada por la paciencia. Cuando más tarde comprendí porqué, admiré aún más al hombre. Su creatividad eran constante; y el humor que manejaba con sutíl ironía era su arma preferida para provocar la fatal imaginería, el puro amor por el Teatro, y a veces la furia..."criminal". Él, esperaba nuestra reacción, porque de eso se trataba, y entonces ... tras una perfecta "pirouette", golpe de manos y el envión de su cabeza hacia atrás se convertía en el gran seductor, el mago, el artista. Sí, fue el maestro. Eduardo Schinca fue y sigue siendo fundamental en mi vida en el Teatro. Sin exagerar creo que fue fundamental para todos aquellos que lo conocimos. Y tan fundamental para nuestro medio todo. Será difícil que semejante presencia pueda volver a repetirse. Al igual que aquella viva moneda.
Levón

e diel, 6 qershor 2004

De Elena Zuasti

Las crisis vocacionales de Eduardo…

Eduardo siempre fue un apasionado lector de teatro, género que a muchos consecuentes lectores de literatura no les atrae mayormente, prefiriendo abiertamente la narrativa (puestos a hablar de los géneros literarios que “cuentan” historias). El leía teatro y su imaginación se echaba a volar trasladándolo a un mundo de fantasía, del que luego de terminada la lectura, le costaba mucho o simplemente no quería desprenderse.

Cuando algunos de esos textos en los cuales había “viajado” con tanto placer, le era ofrecido para ser llevado a escena bajo su dirección, Eduardo comenzaba un estudio minucioso, no obviando ningún detalle; si la pieza era de origen no hispano, controlaba la traducción, a veces hasta la exasperación comparándola incluso con otras traducciones a lenguas diferentes (francés, italiano, inglés), en el afán de no perder ningún matiz posible. Terminada esa etapa trasladaba su mundo de fantasía al escenario real e imaginaba los espacios, los vestuarios, los físicos y los rostros de los personajes… que dibujaba incansablemente en hojas de papel, o en servilletas de confitería… El super-objetivo o mensaje final, lo había tenido siempre claro desde la primera lectura.

Luego se reunía con quienes iban a acompañarlo en la aventura, técnicos y actores, y con ellos divagaba con entusiasmo tratando de comunicar a sus compañeros, los universos que había entrevisto en las lecturas de esa obra.

Finalmente llegaba el día de comienzo de los ensayos… pasaba un día o dos, a lo sumo una semana, y Eduardo caía en una crisis vocacional. Pedía a gritos un “año sabático”, cuando no renegaba de su decisión de vida, o pre-anunciaba su retiro definitivo de las tablas. Largas sesiones de “Oro del Rhin”, frente a humeantes tazas de té, “tiritas calientes” y “pretzels” se realizaban diariamente, buscando solucionar y dar fin a esa “crisis” que no era otra cosa que el dolor de la adaptación de un “sueño” a nuestra realidad teatral (recursos escasos, actores que no reflejaban exactamente el personaje imaginado, exigencias burocráticas que enlentecían y entorpecían la puesta en escena, etc.) Él, como director, permitía y auspiciaba la propuesta actoral y la propuesta técnica, y a veces, el ensamblado de los distintos puntos de vista, lo agotaba. El proceso de unificación era largo o corto; cuando culminaba, Eduardo superaba su “crisis vocacional”, y se lanzaba de lleno al trabajo con entusiasmo.

Los ensayos eran rigurosos, extensos, tanto en duración como en profundidad. Era muy sutil en la marcación de forma de no dañar la propuesta actoral y sacarle el máximo partido. El actor se sentía seguro, cuidado, corregido con severidad y benevolencia.

A pesar del rigor que toda esta segunda parte del proceso suponía, siempre estaba su buen humor campeando por sobre todos, para alivianar tensiones o simplemente tener un divertido momento de desahogo y esparcimiento.

Hacia el estreno, la “crisis vocacional” había quedado totalmente olvidada… hasta el próximo título.

Elena Zuasti

e premte, 6 qershor 2003

De Irma Schinca

Nació después de tres hermanas, que se llevaban entre sí poco más de un año. Lo oí cierta vez en un reportaje radial donde se refirió brevemente a su infancia. Tenía recuerdos tan agradables de ese tiempo, que recuerdo que posteriormente, al encontrarme con él, le pregunté ¿Vivías en la misma casa que yo? Al ser tres mujeres mayores que él, (le reproché con algo de humor, qué necesidad tenía de poner en evidencia ese dato en las entrevistas), recordaba una casa con gran movimiento de amigas y compañeras de estudio que iban y venían continua y ruidosamente. Se ve que no le gustaba la casa silenciosa. En la familia se hizo famosa la frase que gritó en una oportunidad en que sus hermanas estaban en la escuela, donde por ser muy chico aún no asistía, a las empleadas que estaban trabajando en sus tareas: “Laura y María, griten un poco” En las reuniones familiares (familia numerosa), nos divertía apareciendo de pronto imitando a alguno de los presentes: la mamá con la franelita y el plumerito repasando los muebles; la hermana friolenta envuelta en una gran bufanda hasta los ojos, portando una estufa eléctrica enchufada; un concierto de un tenor cantando “lieder” en idioma alemán inventado; unas danzas hindúes con movimientos de manos y cuello exóticos y divertidos. Disfrutaba con pequeños episodios. En el Teatro Solís, durante un concierto, él ocupaba un palco inmediatamente encima de la platea, donde una señora, comía dos por tres un caramelo. Al fin, harto del ruidito, en un pianísimo, se asomó desde arriba y le susurró: “Quietita y calladita”. La señora, sobresaltada, quedó por el resto de la obra inmóvil con el papelito y el caramelo en su mano. En un viaje en ómnibus, subió una madre con un niño en plena rabieta, gritando como un condenado. La madre, como suele ocurrir, haciéndose la desentendida. Él, desde su asiento del fondo, ahuecando su voz potente, gritó: “¡Que se calle ese niño!” Santo remedio: el nene quedó mudo por el resto del viaje y la mamá también. Actuando en una obra creo que de Ibsen, se había dejado una gran barba, un gran bigote y una gran melena. Cuando la obra bajó de cartel, antes de ir a la guardería a buscar a su hijo, fue a la peluquería, se cortó el pelo, se afeitó. Cuando llegó a buscarlo, la maestra llamó a Leonardo, que era muy chico, diciéndole: “Vinieron a buscarte”. Al salir se encontró con alguien que lo agarró de la mano y se fueron. Cuando iban en mitad de la Plaza Independencia, tímidamente el niño le preguntó: “¿Vos cómo te llamás?” Siempre contó comentarios graciosos del público, que los actores oyen desde el escenario. Cuando, personificando a Freud, en la escena en que balanceaba un reloj ante los ojos de Taco, oyó una voz femenina que decía: “Parece que es un psicólogo…”.
Irma Schinca