e premte, 6 qershor 2003

De Irma Schinca

Nació después de tres hermanas, que se llevaban entre sí poco más de un año. Lo oí cierta vez en un reportaje radial donde se refirió brevemente a su infancia. Tenía recuerdos tan agradables de ese tiempo, que recuerdo que posteriormente, al encontrarme con él, le pregunté ¿Vivías en la misma casa que yo? Al ser tres mujeres mayores que él, (le reproché con algo de humor, qué necesidad tenía de poner en evidencia ese dato en las entrevistas), recordaba una casa con gran movimiento de amigas y compañeras de estudio que iban y venían continua y ruidosamente. Se ve que no le gustaba la casa silenciosa. En la familia se hizo famosa la frase que gritó en una oportunidad en que sus hermanas estaban en la escuela, donde por ser muy chico aún no asistía, a las empleadas que estaban trabajando en sus tareas: “Laura y María, griten un poco” En las reuniones familiares (familia numerosa), nos divertía apareciendo de pronto imitando a alguno de los presentes: la mamá con la franelita y el plumerito repasando los muebles; la hermana friolenta envuelta en una gran bufanda hasta los ojos, portando una estufa eléctrica enchufada; un concierto de un tenor cantando “lieder” en idioma alemán inventado; unas danzas hindúes con movimientos de manos y cuello exóticos y divertidos. Disfrutaba con pequeños episodios. En el Teatro Solís, durante un concierto, él ocupaba un palco inmediatamente encima de la platea, donde una señora, comía dos por tres un caramelo. Al fin, harto del ruidito, en un pianísimo, se asomó desde arriba y le susurró: “Quietita y calladita”. La señora, sobresaltada, quedó por el resto de la obra inmóvil con el papelito y el caramelo en su mano. En un viaje en ómnibus, subió una madre con un niño en plena rabieta, gritando como un condenado. La madre, como suele ocurrir, haciéndose la desentendida. Él, desde su asiento del fondo, ahuecando su voz potente, gritó: “¡Que se calle ese niño!” Santo remedio: el nene quedó mudo por el resto del viaje y la mamá también. Actuando en una obra creo que de Ibsen, se había dejado una gran barba, un gran bigote y una gran melena. Cuando la obra bajó de cartel, antes de ir a la guardería a buscar a su hijo, fue a la peluquería, se cortó el pelo, se afeitó. Cuando llegó a buscarlo, la maestra llamó a Leonardo, que era muy chico, diciéndole: “Vinieron a buscarte”. Al salir se encontró con alguien que lo agarró de la mano y se fueron. Cuando iban en mitad de la Plaza Independencia, tímidamente el niño le preguntó: “¿Vos cómo te llamás?” Siempre contó comentarios graciosos del público, que los actores oyen desde el escenario. Cuando, personificando a Freud, en la escena en que balanceaba un reloj ante los ojos de Taco, oyó una voz femenina que decía: “Parece que es un psicólogo…”.
Irma Schinca

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